Isekai Mahou wa Okureteru!


Capítulo 2: Titiritero



Fecha de Publicación: 2018-02-03 15:45:09

Fecha de Actualización: 2018-02-03 15:45:09

Publicado por: Kmelo0821


-- Titiritero.



Ya sea en Oriente, Occidente o en los tiempos antiguos, los magos que manipulan títeres o muñecas son venerados con ese título. Mientras que muchas personas se refieren a sí mismas con ese alias, solo un individuo, el manipulador de los 1000 Anfitriones Nocturnos, ha sido coronado como el Maestro de Muñecas, Edgar Alzbayne.



Su habilidad en la fabricación de muñecas lo ha entronizado como una existencia insuperable. Él sigue siendo prominente independientemente de las innumerables personas con talento que han nacido. Además, lanzará una muñeca cada pocos años para mostrar su habilidad. Es por eso que, aunque han pasado más de 100 años, su nombre no se ha desvanecido con el tiempo.



Con tales pensamientos en mente, Suimei sigue a la chica a través de las solemnes puertas. Una entrada oscura lo saluda mientras él camina silenciosamente detrás de ella. Un par de grandes escaleras que abruman a su entorno es lo primero que nota. Mientras que el exterior de la villa parece una vieja casa de estilo occidental, el interior está amueblado con mesas nuevas, sillas y armarios.



Colgando de arriba está un candelabro débilmente iluminado. Esa es probablemente la razón por la que está tan oscuro.



El cristal colorado tiene propiedades mágicas. Sin embargo, ese mismo beneficio hace que sea difícil ver las muñecas y estatuillas que decoran las esquinas y el mobiliario. “Me gustaría echar un vistazo más de cerca de las obras del famoso Edgar Alzbayne —”



La chica se detiene, se da vuelta para mirar a Suimei y lo impulsa a mirar hacia arriba.



Suimei: “¿Qué sucede?”

“--Simei-sama, una fuerte iluminación revelaría aquello que no desea ser visto. Las damas jóvenes en particular encuentran groseras las miradas desdeñosas de los caballeros.”



Suimei expresa su confusión. “... ¿Jóvenes damas?” Las palabras de la chica carecían de contexto. Una joven dama, sin importar si eso se aplica o no, que se identifique así no tiene sentido. Más que eso, sus palabras parecían haber sido dichas en consideración de otros.



La chica se da vuelta mientras Suimei frunce el ceño. Ante ella está una muñeca de bisque.



Suimei dice, “Ya veo, joven dama… ¿ellas son las jóvenes damas?”



“Correcto, como tal, este nivel de iluminación es suficiente para admirar su belleza.”



Suimei: (--Ya entiendo, este residente parece ver cada muñeca como si tuviera vida.)



Suimei dice, “En ese caso, no miraré.”



Ellos reanudan su lento andar hacia adelante una vez que ella contesto, “Si puedes contenerte, me sentiría aliviada.” Suben las escaleras dentro del salón y entran a un pasillo cubierto con una larga alfombra persa. Las llamas cálidas que brillan en las linternas los guían a lo profundo de la villa.



Se detienen ante una puerta y la chica se inclina. Suimei dice, “¿Aquí?”



“Correcto, el maestro de la villa espera adentro.”



El maestro, en otras palabras, su padre, Edgar Alzbayne.



Mientras Suimei traga su nerviosismo, la chica dice, “Suimei-sama, no hay necesidad de que te presiones.”



Suimei: “...Si tú lo dices.”



La otra parte es el Maestro de Muñecas. Incluso con esas consideradas palabras, que Suimei no se ponga tenso es imposible. Él simplemente le da una sonrisa ansiosa.



La chica asiente y cierra los ojos mientras se gira hacia la puerta. “Padre, he traído a nuestro invitado de la asociación.”



Una sólida voz pasa a través de la puerta. “Entra.” Por alguna razón, la voz le recuerda a Suimei un enorme abeto.



La chica abre la puerta. Sentado en un sofá está un anciano que lleva un monóculo junto con un chaleco formal. El cabello gris es un testimonio de su edad. Él tiene hombros anchos y alrededor de él hay una poderosa aura que es característica de los magos.



La impresión de Suimei es que está mirando una estatua con una expresión hosca. “¿Este hombre es el maestro de la villa, el maestro del taller de muñecas?”



Suimei le da su saludo ante el sofá. “Te saludo por primera vez. Te visito como representante de la asociación bajo el mando de Nestheim. Mi nombre es Yakagi Suimei.”



Edgar: “Soy Edgar Alzbayne. Has trabajado duro para venir aquí desde tan lejos.”

Suimei: “Su preocupación es más de lo que merezco.”



La expresión de Edgar se endureció ante el comentario de Suimei.



¿Encontró el Maestro Edgar algo mal con mis palabras?



Edgar luego mira hacia la chica que está parada a su lado y dice, “Mi hija es la que te guio aquí. Su--”



“Mi nombre es Anneliese. Estoy encantada de conocerte.”



Suimei dice, “Ah, por favor trátame bien.” Luego mira de vuelta al sofá, pero nota una foto enmarcada en la pared. Aunque la fotografía monocromática muestra a varias personas reunidas, la cara del centro está cubierta por pintura negra. Esa fotografía le dice exactamente el tipo de persona con la que está tratando a pesar de que todavía tienen que hablar el uno con el otro.



La boca de Edgar cae un poco cuando nota la expresión de Suimei al descubrir la fotografía.



Edgar: “Vamos, todos siempre hacen tal expresión desagradable cuando ven al hombre en esa fotografía.”

Suimei: “Entonces, lo que se refleja en esto, es…”



Edgar asintió a la pregunta de Suimei. A cambio, Suimei una vez más miro la imagen. Representado en la fotografía está el hombre más famoso de Europa. Debido a él, levantar la mano es un tabú en Alemania y sus países vecinos.



Para colgar la foto de tal persona sin remordimientos, ¿podrían haberse conocido? Suimei le pregunta a Edgar con sus ojos.



Edgar asiente.



Suimei dice, “Señor, ¿qué tipo de carácter tenía esa persona?”



Edgar: “¿Qué tipo de carácter...? Esa pregunta no tiene una respuesta clara.”



Una arruga en la frente de Suimei se estremece ante la respuesta.



Suimei: “¿...?”



Edgar miro la fotografía. Sus recuerdos guían sus siguientes palabras,



Edgar: “Wolf, en aquel entonces yo tenía un gran complejo sobre mis raíces... Él era un hombre lleno de confianza en sí mismo, siempre preparado para liderar a los que estaban perdidos. No estoy seguro de cómo sucedió. Quizás fue el resultado de los tiempos cambiantes o solo fui yo quien estaba cambiando. Ese hombre también podría haber estado buscándose a sí mismo. Yo, como todos los demás en ese momento, me sentí de la misma manera que ese hombre.”



La nostalgia está en el tono de Edgar.



Edgar: “...los trabajadores estaban fascinados. Sus discursos captaron los corazones de sus compañeros compatriotas y los atrajeron. Luego, una vez que él tomó el poder, todos fueron perseguidos. La miseria cayó en todas partes. Incluso ahora, 70 años después, las cicatrices de esa gran guerra permanecen.”

Suimei: “¿Eran amigos?”

Edgar: “Lo fuimos.”

Suimei: “¿Todo el camino hasta el final?”

Edgar: “No, su carácter se hizo claro para mí a medio camino. Después de todo era el tipo de Perona que no podía resistirse el encanto de la investigación. Por lo tanto, me separé de él.”

Suimei: “…...”



Los magos lucharon detrás de escenas en muchas batallas durante la Segunda Guerra Mundial. Las batallas en Alemania, Italia, Inglaterra, Rusia, Hong Kong y Manchuria fueron las más intensas. Este hombre probablemente fue atrapado en medio de esa lucha.



Edgar juega con una moneda Reichsmark sobre el escritorio.



Edgar: “...Escuché que él tuvo un hijo, pero nunca pensé que vendría aquí. Tu cara es como la de Kazamitsu cuando era joven.”

Suimei: “¿Conocías a mi padre?”



Los labios de Edgar se curvan hacia abajo.



Edgar: “Tuvimos dos o tres desacuerdos durante su juventud.”



Suimei escuchó que su padre era bastante travieso cuando tenía su edad. La historia de Edgar probablemente se relaciona con algo de ese entonces.



Edgar dice,



Edgar: “Tienes mis condolencias por la muerte de Kazamitsu.”

Suimei. “Muchas gracias por la consideración.”

Edgar: “Escuchar tal cortesía de ese rostro es un poco incómodo.”

Suimei: “Eso... solo tendrás que acostumbrarte.”



Edgar lanza una sonrisa intrépida mientras dice,



Edgar: “No digas eso.”



Suimei decide liberarse de la duda que ha estado manteniendo desde su llegada.



Suimei: “Señor, escuché del líder que eres un viejo amigo.”



Edgar suspira.



Edgar: “Nestheim -dono todavía dice eso...”



El resultado es como Suimei anticipó. Edgar no es un amigo como [él] dijo. Es bastante obvio una vez que contrasta la edad del líder con el período de tiempo desde cuando el alias de Edgar se hizo famoso en todo el mundo.



Edgar: “¿Te dijo Nestahaim-dono por qué tenías que venir aquí?”

Suimei: “Solo sé que el líder-dono quiere que reciba un asistente.”



Edgar asiente como si eso fuera de esperar.



Edgar: “Bueno, supongo que eso es lo que se te diría.”



La arruga en la frente de Suimei se profundiza. Este problema es una duda que Suimei ha estado llevando desde el comienzo de su viaje. ¿Por qué me dieron estas instrucciones? ¿Qué tipo de conexión tienen esos dos?



Edgar hablo.



Edgar: “Tu expresión dice, ‘Estoy confundido.’”

Suimei: “Un poco, sí. Hay muchas partes que no puedo entender.”

Edgar: “Supongo que ese sería el caso si la forma de hablar de Nestheim-dono es cómo la recuerdo. Hace mucho tiempo, yo era mayor que tú, hice mi primera muñeca y se la mostré a Nestahaim-dono. Palidecía en calidad... en comparación con los chicos que creamos ahora.”



Él mira hacia el techo y continúo.



Edgar. “Nestheim-dono... él trató la situación con una actitud suave. En ese momento, yo tenía el objetivo de crear una [muñeca viviente]. Sus palabras fueron profundamente frustrantes.”

Suimei: “Líder-dono dijo tal cosa...”



Él denunció el trabajo del titiritero. ¿Solo qué tan estrictos son sus estándares?



Una sonrisa se dibuja en los labios de Edgar cuando continuo.



Edgar: “Creo que fue una reprimenda de Nestheim-dono. Me había escapado de mi maestro y fui a por él. Él debe haber visto que yo estaba lleno de nada más que arrogancia. En aquel entonces, pensé que podría controlarlo todo, incluso si eso estaba más allá de mi alcance. Siempre he recordado sus palabras de aquel entonces. Él me dio una advertencia y una instrucción directa que siempre seguiré.”



Parece que es un recuerdo agradable.



Edgar: “Nos hemos salido del tema.”

Suimei: “No, fue una historia interesante. Sin embargo, nunca pensé que estaría hablando con uno de esos chicos en este lugar.”



Anneliese levanto los bordes de su vestido de delantal para dar una refinada reverencia.



Anneliese: “Sí, yo también soy una habitante de esta villa.”



Ella-- No, tanto ella como Edgar son muñecas. Si ese es el caso, también debe haber una fuente de poder mágico en alguna parte. Las muñecas no se moverán sin alguien que las mueva. Sin embargo, aparte de Edgar, no hay ningún otro mago en esta habitación que pueda manipularla.



Sin embargo, si el misterio se incorpora a la construcción de una muñeca, debería ser capaz de generar poder mágico sin un emisor. El temor se instala en los ojos de Suimei cuando se da cuenta de la verdad. Un ser único.



Edgar mira hacia un escritorio mientras continuaba.



Edgar: “Mi esposa y mis hijos son la mayoría de las muñecas que viven en esta villa.”



Una fotografía de un hombre joven y una mujer joven se apoya sobre él. Mientras que el joven se parece a Edgar, la joven guarda un leve parecido con Anneliese.



Edgar: “Mi esposa tenía un cuerpo incapaz de dar a luz. Como queríamos dejar algo atrás, esto es todo lo que pudimos hacer.”

Suimei: “Por lo tanto, ¿la asociación me envió?”

Edgar: “Sí, para una de mis hijas.”



Anneliese se vuelve hacia el caballeroso Suimei ante las palabras de Edgar. Ella pone una mano sobre su mejilla como si estuviera preocupada.



Anneliese: “Esa chica es la más mimada de nosotras. ¿Podría ser debido a que ella es la más joven...?”

Edgar: “Esa chica es todavía inmadura en comparación con las demás. ¿Lo tendrías en cuenta desde ahora en adelante?”

Suimei: “Entonces, ¿es tu hija capaz de sostenerse sola como un mago?”

Edgar: “Ella puede y como tu asistente, a través de tu guía, ella definitivamente se destacará de todos los demás.”

Suimei: “Pero, yo todavía soy--”

Anneliese: “—Está siendo humilde. Suimei-sama, eres el extraordinario mago que venció al dragón rojo. No hay nadie que sea capaz de llamarte inexperto”

Suimei: “No lo logré por mi cuenta...”



Suimei no derrotó al dragón solo. La victoria solo fue posible a través del sacrificio de muchos magos. Incluso si él tuviera que abrir la boca, no podría ser capaz de decir que la victoria fue gracias a él. Ni siquiera está en un nivel en el que pueda llamarse a sí mismo mago maestro. Incluso si ha subido de rango, todavía carece de las habilidades de liderazgo y la experiencia necesarias para tomar a un discípulo. Este paso es demasiado temprano para él que solo ha sido mago durante diez años.



A pesar de todo.



Edgar: “Suimei, ¿qué hay de tomar a esta chica hasta que estés listo para aceptarla como un discípulo? Piensa en eso como una prueba para ese momento.”

Suimei: “... ¿Estás realmente bien conmigo?”

Edgar: “Por supuesto. No hay forma de que el hijo de Kazamitsu sea una mala elección.”

Suimei: “…...”



Suimei se rasco la cabeza para ocultar su vergüenza por las palabras de Edgar. Escuchar a su padre ser elogiado lo hizo sentir cohibido por ser su hijo.



Edgar: “Entonces, déjame decirte un poco sobre ella. Esta hija es diferente de sus hermanas.”

Suimei: “¿Diferente?”

Anneliese: “Ella nació en un matraz.”



Nacida en un matraz. La frase apropiada para describir a la niña aparece en la mente de Suimei.



Suimei: “¿Ella es un homúnculo?”

Edgar: “Era una teoría de mi esposa de cuando estaba viva. Como ella no podía dar a luz, y mis habilidades eran insuficientes, decidió crear un niño a través de la alquimia.”

Suimei: “Ya veo... Pero señor, su técnica eventualmente se volvió suficiente.”



El contenido de la explicación de Edgar es más de lo que Suimei puede manejar. Una vez que la técnica del hombre conocido como el Maestro de Muñecas llegó a ser suficiente, ¿Cuántas de sus hijas fabricó él? Él solo puede adivinar.



La expresión firme de Edgar se derrite cuando habla de su esposa.



Edgar: “Puedo ser un creador de muñecas, pero mi esposa ganó un nivel adecuado de maestría sobre la alquimia incluso para los estándares de hoy.”

Suimei: “¿Quién fue el que la sucedió?”

Edgar: “Creo que su nombre era Nicolas-dono. Aunque, en aquel entonces, no era más que un gruñón.”



El ser capaz de referirse a ese Doctor Fantasma como un gruñón es aterrador.



Edgar luego se dirige a Anneliese. Él la libero de debajo de su brazo y dice,



Edgar: “Bueno, entonces, Ann.”

Anneliese: “Entendido.”



Anneliese se detiene frente a la puerta y dice.



Anneliese: “Suimei-sama, por aquí, por favor.”



Suimei le da a Edgar una ligera reverencia y sigue a Anneliese fuera de la habitación.


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